"Los cuerpos fragmentados del pintor autodidacta Víctor Alexis Puig (La Habana, 1966) evidencian los “estados de ánimo” propicios de una sociedad anclada en un pasado sin futuro, en nombre de un presente que camina pero no avanza hacia renovadas incertidumbres. La denuncia reprimida es el gran pretexto que impulsa la factura de lienzos en los que el uso del color apenas significa una ironía del destino. Semejante cromatismo paradójico encierra un maniqueísmo esencial: las coloridas apariencias de estos personajes “sin biografías convincentes”, fracasan en el acto de ocultar vidas en blanco y negro que ignoran las trampas del maquillaje. Tal parece que sufren el peor de los castigos: estar privados de simular una existencia hecha para fingir y olvidar. De esta manera, se articula una pintura imposible de ser absuelta mediante el color." Víctor Alexis es un artista de la actitud, donde las formas nunca llegan a suplantar el contenido emocional de un expresionismo rotundamente triste. Lezama Lima sostenía que “lo lúdico es lo agónico”. Este principio que intenta conciliar la risa y el llanto pierde sentido ante figuraciones replegadas a una alegoría de la decadencia imperante en la llamada Cuba post Castro.
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